Alison Brooks sabía que quería un objeto que no fuera solo para ella, sino que pudiera producirse para su comercialización. Así que encargó a Felix de Pass que le hiciera un conjunto de taburetes de cocina. Ella quería un taburete que pudiera utilizarse para sentarse en la cocina, porque le gusta la sociabilidad e informalidad que aporta un taburete frente a una silla. Brooks creía que un gran número de taburetes produce una sensación industrial, por lo que buscaba algo más sencillo que funcionase en una variedad de entornos. Y quería que fuera de cherry estadounidense, una madera infravalorada que, durante su infancia, su madre recolectaba en Canadá.
Cuando se le pregunta el motivo de elegir un taburete, la encargante responde: «El taburete que hay en el mostrador de mi cocina es el asiento más popular de la casa». Creo que los taburetes ofrecen un tipo de asiento dinámico, ya que permiten sentarse temporalmente en un lugar para comer, leer el periódico o trabajar en el portátil. Cuando eliges un taburete para sentarte, lo haces porque te sentarás en él durante un rato; no es lo mismo que el acto de sentarte en otro tipo de asiento. Nunca he podido encontrar un taburete de cocina perfecto, a la altura correcta de un mostrador de cocina, y que sea tranquilo, inteligente y hermoso».