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Tras realizar una gran cantidad de pruebas, Marjan y James elaboraron una combinación de bioresina, agua y virutas en una mezcla de longitudes —generada mediante distintas operaciones—, que creó una especie de explosión controlada. La resina, mezclada con un color, forma una masa similar a la de las gachas, con la que puede sacarse el molde de una silla clásica de polipropileno para crear una forma de asiento (¿Por qué crear un molde cuando ya hay uno excelente disponible?). Esta forma se fija a unas patas sencillas pero elegantes de ash torneado, que contrastan con la exuberancia del asiento.



Se trata de un método para crear sillas únicas, ya que el comportamiento de la mezcla es impredecible, y los colores no se mezclan de manera uniforme. La resina se da un poco, lo que contribuye a la comodidad.